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El secreto del despacho

A veces, mi trabajo como Ordenóloga es como el de una amante secreta del orden: estoy presente, pero nadie debe saberlo.


Cuando un espacio se ordena, también lo hace la vida.
Cuando un espacio se ordena, también lo hace la vida.

El secreto del despacho

A veces, mi trabajo como Ordenóloga es como el de una amante secreta del orden: estoy presente, pero nadie debe saberlo. Así comenzó esta historia. Una clienta me contactó para organizar su despacho… en secreto, sin que su marido lo supiera.

Lo que parecía un proyecto sencillo pronto reveló algo más profundo. Ella llevaba años luchando contra la depresión, y su terapeuta le había sugerido empezar por ordenar su espacio de trabajo.


El poder de un primer paso

Al principio, el caos reflejaba su estado de ánimo. Pero poco a poco, con cada cajón despejado y cada superficie liberada, la transformación fue doble: el espacio se llenaba de claridad y su mirada también. Seguimos con la habitación, luego el salón. Y con cada rincón ordenado, su sonrisa crecía como si desempolváramos una alegría olvidada.


La sorpresa inesperada

Un día, al llegar, me encontré con su marido. Mi corazón se detuvo. ¿Se había descubierto nuestro “secreto”? Él sonrió y dijo:

“Tranquila, ya sé que existes. Solo quería conocer a la persona que le ha devuelto la sonrisa a mi mujer.”

Más que ordenar espacios

Ese día comprendí, una vez más, el verdadero poder del orden. No solo organizo estantes: restauro esperanzas. Cada proyecto es una oportunidad de acompañar a alguien a recuperar su paz interior, un cajón a la vez.


Porque cuando un espacio se ordena, en muchos casos también lo hace la vida.

 
 
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